En La Viña, una pequeña comunidad rural en Madera, los residentes viven entre algunos de los caminos más deteriorados y campos agrícolas saturados de pesticidas en el estado de California.
Pero en los últimos seis años, los residentes han encontrado una manera de resolver estos problemas.
En mayo de 2022, los residentes de una pequeña comunidad rural llamada La Viña convencieron a un puñado de burócratas de California para que visitaran el frente de una de las operaciones de quema de cultivos, pesticidas y fumigación más intensivas del estado.
Dejando sus torres de vidrio y concreto en el centro de Sacramento y Oakland un viernes por la mañana, los burócratas condujeron tres horas hacia el centro del Valle de San Joaquín, a lo largo de caminos rurales de dos carriles llenos de agujeros, para llegar al pequeño centro comunitario de La Viña, sobre la Avenida 9, en el suroeste del condado de Madera.
Durante las últimas tres décadas, los huertos de uvas y almendras alrededor de La Viña han absorbido más fumigantes y pesticidas comparado con cualquier otra comunidad en California, según una base de datos estatal de pesticidas. Más de un millón de libras de productos químicos con nombres como “Tombstone Helios”, “Crosshair” y “Spinetoram” se dispersan en las arboledas alrededor de La Viña cada año.

En esa tarde de viernes de mayo, los residentes pidieron a los burócratas que los ayudaran a encontrar una respuesta a una pregunta que los había evadido durante décadas: si el nivel de exposición a pesticidas a causa de una fumigación constante dañaba la salud de su familia, acortaba sus vidas o si mató a sus seres queridos.
Ahora, La Viña, con la ayuda de esos mismos funcionarios estatales, está preparada para finalmente ayudar a responder esas preguntas. El estado ahora va a investigar la exposición a pesticidas de los residentes de La Viña. Es parte de una serie de victorias que la comunidad recibió a finales de 2022, por un total de $2.7 millones, que incluyeron fondos estatales para mejorar las calles y aceras del vecindario.
En diciembre de 2022, la comunidad recibió un subsidio de un cuarto de millón de dólares de la Agencia de Protección Ambiental, EPA por sus siglas en inglés, para el control de pesticidas. Un grupo de trabajo estatal de tres agencias financiado por el subsidio ahora está listo para llevar a cabo las tan esperadas pruebas de pesticidas de los residentes del área del suroeste de Madera.
La Junta de Recursos del Aire (CARB) del estado, el Departamento de Regulación de Pesticidas y la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental movilizarán un equipo de científicos en los próximos años para trabajar con los residentes de La Viña en una serie de pruebas forenses de pesticidas.
“Hemos estado luchando durante muchos años para que el condado y otras agencias locales nos presten atención. Llevamos unos 20 años pidiendo ayuda con la exposición a pesticidas”, dijo Berta García, residente de La Viña desde mediados de la década de 1990.
“Creo que es realmente bueno que se realice el monitoreo de pesticidas, y creo que el resto de la comunidad siente lo mismo”.
Deldi Reyes, directora de Protección del Aire Comunitario de CARB, dijo que La Viña apareció en su radar cuando año tras año la pequeña comunidad fue nominada para AB617, el programa estatal distintivo de justicia ambiental.
Pero “debido a la falta de recursos [estatales] para que los distritos de aire ejecuten el programa [de monitoreo del aire] adecuadamente”, dijo Reyes, la solicitud AB617 de La Viña era rechazada cada vez.
Sin embargo, el personal de la junta estatal de aire “sintió que era importante tratar de ser creativo e ingenioso” para encontrar los recursos que la comunidad necesitaba para resolver la situación de contaminación de los agronegocios del área.
“Entonces, cuando se presentó la oportunidad de solicitar el subsidio de monitoreo del aire de la EPA de EE. UU., la aprovechamos”, dijo.
Teniendo en cuenta el susidio de pesticidas de La Viña, Reyes y otro funcionario de CARB, Ken Stroud, elogiaron cómo la comunidad está utilizando los recursos de la EPA para desarrollar el conocimiento y capacidad local.
“Los miembros de la comunidad saben mejor lo que están experimentando”, dijo Reyes. “Apoyar ese conocimiento para informar cómo funciona el gobierno: eso es muy consistente con nuestros principios democráticos”.
El camino de una comunidad rural hacia la política
Las comunidades rurales como La Viña experimentan muchos problemas.
Desde los impactos en la salud de las industrias extractivas que operan en sus límites, hasta necesidades lejanas o deficientes como supermercados y hospitales, hasta una dependencia precaria de máquinas inconstantes como automóviles, la experiencia diaria de los vecindarios rurales en los EE. UU. se ve afectada por distancias desiguales e infraestructuras decadentes.
En La Viña, un problema que galvanizaba a la comunidad era algo tan simple como el asfalto. Y al igual que con el problema de los pesticidas, los líderes de la comunidad utilizaron un catalizador para poner en marcha soluciones muy necesarias: hacer que su problema fuera demasiado claro y preciso para ignorarlo.
Los caminos alrededor de La Viña se están cayendo a pedazos. Conduciendo por las vías de acceso del vecindario a la autopista 99, el pavimento está más encogido que deteriorado. Invadidos por la acumulación de maleza, los márgenes de las carreteras desmoronadas están causando que las carreteras de dos carriles se vuelvan más como de uno y medio.

Hace seis años, los residentes de La Viña trabajaron con el Consejo de Liderazgo para la Justicia y la Responsabilidad para financiar un estudio de movilidad. Su lista detallada de proyectos de transporte abordó las necesidades críticas del vecindario: mejorar el acceso a hospitales y escuelas, así como crear un vecindario más transitable. Al resolver estos problemas comunes, la visión del estudio de movilidad se parece mucho al plan de transporte del estado: grandes dosis de carriles para bicicletas, aceras, calles completas y una parada de autobús de alta frecuencia.
Pero por cuatro años, la comunidad no logró encontrar los fondos para su plan de movilidad. Si bien los residentes habían traducido el problema de su vecindario en un estudio riguroso, aún tenían que dar el salto más importante: de un estudio a una solución financiada por el gobierno.
Berta García dijo que el estado de limbo del plan casi sofocó el entusiasmo de la comunidad por hacer cambios.
“En el pasado, mucha más gente solía ir a las reuniones comunitarias”, dijo García, pero últimamente, los residentes le preguntaban: “¿Cuál es el punto de ir?”.
Pero en diciembre, junto con el subsidio de pesticidas, La Viña tuvo otro avance.
Este diciembre, la comunidad ganó un subsidio de $2.4 millones de la Comisión de Transporte de California, CTC por sus siglas en inglés, para implementar una parte de su estudio de movilidad. Los fondos se destinarán a las mejoras tan esperadas en el vecindario: construir nuevas aceras, completar las que no están terminadas, pintar algunos carriles para bicicletas y agregar una serie de farolas y cruces peatonales.
Muchos planes se quedan sin implementar. ¿Cómo llevó a cabo su plan La Viña, una comunidad que ni siquiera tiene acceso a Internet?
Demasiado alto
En abril de 2022, cuatro años después de que se completara su estudio de movilidad original, La Viña impulsó una política. Una semana antes de su reunión con los burócratas de la calidad del aire y los pesticidas, los residentes convocaron una conferencia de prensa en su jardín delantero. Junto con los barrios rurales cercanos, se movilizaron por un tema conocido: el lamentable estado de sus calles.
La elección de los vecinos para la ubicación de la conferencia de prensa fue estratégica.
El grupo de prensa, una mezcla de estaciones de noticias en inglés y español, se instaló a 10 pies de distancia de un barril de lubricante industrial que se estaba oxidando y que estaba tirado en la grama que había brotado al costado del camino. Al otro lado de la calle, 200 libras de plastas de concreto triturado estaban esparcidas en una acera sin terminar. Cuando comenzó la conferencia de prensa, un padre empujaba a su bebé en una desbaratada carriola rosa cuyas ruedas de plástico rechinaban y zarandeaban mientras caminaba con el niño sobre un lecho de pedazos de asfalto desintegrados.
Un chofer de UPS en su ruta diaria tocó la bocina, sonrió y saludó mientras pasaba junto a los residentes en su podio al borde de la carretera. Con sus micrófonos encendidos, los residentes rurales llamaron a los encargados de tomar decisiones del condado de Madera.
“Vivo aquí desde 1990 y no he visto que se aborde ninguna de las necesidades de la comunidad”, dijo Eusebia, residente de La Viña, quien solo proporcionó su nombre de pila, señalando la acera resbaladiza y desgastada donde su hijo se había resbalado y caído el día anterior, el 20 de abril, debido a la lluvia.
“Si conduces por la Carretera 19, vas a hacer rechinar los dientes”, dijo Elaine Moore, residente de Fairmead, otra comunidad rural, algunas salidas al norte de la Carretera 99. “Vivo en la misma propiedad desde 1971, y el condado de Madera nunca ha pavimentado el camino. Salen, tiran un poco de relleno en un agujero, lo estampan y se van. ¡Tres días después, el agujero está de vuelta!”

De acuerdo con Jared Carter, subdirector de obras públicas del condado de Madera, el condado tuvo un desafío clave para apoyar las ambiciones de La Viña, específicamente, la red de caminos rurales deteriorados de Madera.
La red actual de caminos rurales de Madera no fue “construida para durar”, dijo Carter. Sus caminos y avenidas entramados se remontan a principios del siglo XX y “realmente requieren casi reconstrucción, en lugar de sólomantenimiento preventivo”.
Hace cien años, para construir estos primitivos caminos de asfalto, el condado “simplemente roció aceite sobre la tierra, arrojó un poco de roca, la mezcló y la aplanó”, dijo Carter.

“Entonces no hay base; no hay estructura para ellos. Definitivamente no fueron construidos para durar tanto tiempo como han estado ahí fuera”.
Es uno de los sistemas más desgastados de California, según un estudio vial estatal de 2020. Con el nivel actual de financiamiento, el 70 % de las carreteras del condado de Madera se deteriorarán para 2028.
Con cimientos de infraestructura deficientes y sin una fuente fiscal local para renovar las carreteras, Carter dijo que los proyectos de transporte de La Viña necesitaban llamar la atención de los burócratas de transporte del estado.
Esto requirió un enfoque impulsado por datos en las solicitudes de subsidios estatales del condado y un énfasis en los peatones, en lugar de los automóviles, dijo Carter.
“Recuerdo, hace seis, ocho, 10 años, solicitar fondos ATP [Transporte Activo]. Ya sabes, era bastante simple: escribe una buena historia sobre lo que quieres construir. Si es una buena idea, es probable que lo financien”, dijo Carter.
Los residentes de La Viña, al unirse para implementar su estudio de movilidad en los últimos años, han ayudado al condado a perfeccionar su enfoque en las solicitudes para programas competitivos de subsidios estatales.
“Una gran parte del subsidio fue enmarcar el proyecto de una manera que mostrara esas instalaciones peatonales en el área residencial donde hay mucha gente caminando de un lado a otro hacia el mercado, cosas así”, dijo.
“Esta fue sin duda una gran victoria, y estamos emocionados de terminar este proyecto”.
¿Qué sigue para La Viña?
Para que el resto del estudio de movilidad sea financiado, dijo Carter, su departamento de obras públicas está analizando qué partes podrían ser competitivas en otros programas de subvenciones estatales.
“Volviendo y mirando la siguiente fase, tal vez ATP sea la fuente a la que podamos ir, o haya otro programa de financiamiento que surja en el que podamos encajar [el estudio de movilidad]. Quiero decir, realmente, ese es el juego”.
Para Berta García, las dos victorias de La Viña eran muy necesarias para levantar la moral de la comunidad.

García, líder de La Viña, dice que el interés de la comunidad no ha cambiado en relación a los mismos temas básicos: reparación de calles, topes de velocidad y acceso a internet rural, para que los niños locales no tengan que conducir 15 minutos a la ciudad de Madera para hacer su tarea.
La comunidad también está trabajando con el Departamento de Conservación del estado para conectar el uso de la tierra rural con la salud pública, aprovechando el programa de tierras en barbecho del departamento para crear zonas de amortiguamiento entre los campos agrícolas y la comunidad.
La esperanza más grande de García para sus esfuerzos comunitarios en La Viña es dejar atrás un vecindario en el que su nieto pueda crecer, sin sacrificar su salud o su carrera.
“Lo hago porque tengo un hijo… y mi nieto es muy pequeño. Así que lo estoy haciendo por ellos”, dijo.
“Seguiremos luchando hasta que ganemos aquello por lo que estamos luchando.”